El
próximo miércoles 27 de julio el mundo se va a paralizar para observar
atentamente durante diecisiete días a Londres, esa metrópoli que reunirá los
cinco continentes entre sus majestuosos estadios y su paisaje medieval.
Los
Juegos Olímpicos 2012 son un tanto particular para los argentinos. No se
perciben de la misma manera que cuando se disputaron en Atenas hace ya ocho
años. Esta vez, al clima festivo de las Olimpiadas se le suma una atmósfera
política. Es que el spot publicitario que lanzó el Gobierno nacional, dio mucho
que hablar y revolucionó a todo el país, y por supuesto a las islas británicas.
El
Estado argentino quiso volver a insistir en el asunto Malvinas y esta vez lo
logró utilizando el evento mundial. El
anuncio que mostraba al capitán de la selección argentina de hockey
masculino sobre césped, Fernando Zylbergerg, entrenando en las islas transmitía
un claro mensaje que se refería a la soberanía del archipiélago. Sólo fue un
intento más, de forma pacífica, para alcanzar un diálogo con el Gobierno de
David Cameron.
La
agencia publicitaria que se encargó de producir el spot, no tardó en pedir
disculpas a quienes se sintieron ofendidos por utilizar a las Olimpiadas para
disputar cuestiones políticas. Sin embargo, el Gobierno nacional siempre
mantuvo firme su postura y se negó una y otra vez a retirar el corto del aire.
El objetivo del aviso no era hacer daño, sino simplemente una muestra de que el
pueblo argentino considera a las Malvinas como territorio propio. Legalmente no
está permitido incurrir en asuntos políticos durante la celebración mundial, y
la Argentina lejos está de querer romper las reglas.
Luego
de la perturbación y torbellino de opiniones que generó la ingeniosa
publicidad, se dio a conocer que el seleccionado argentino de hockey masculino
debutará nada más ni nada menos que contra el equipo local: Gran Bretaña. Se
puede tratar de una simple casualidad, pero hoy cada suceso tiene su sentido
político.
Sin
dejar de lado nuestro patriotismo, sería bueno destacar cómo la capital inglesa
se estuvo preparando durante años para ser la anfitriona de semejante
acontecimiento.
Es
cierto que el orden y la prolijidad son dos de las cualidades que reúne Londres
y hoy más que nunca las explotarán máximo. Es tanta su disciplina que hasta el
Comité Organizador ha ordenado a los
policías de la ciudad que se muestren alegres y animados durante la
celebración, con el fin de transmitir tranquilidad a los visitantes y
ciudadanos.
En
cuanto al despliegue de seguridad, más de 40 mil personas se encuentran involucradas
en un operativo que costará cerca de 553 millones de libras. Las calles estarán
militarizadas: en los techos de las viviendas se colocarán misiles y un
portahelicópteros recorrerá el río Támesis. El Gobierno de Cameron se encargó
de entregar volantes a todos los hogares que explicaban que la cumbre de los
edificios era la única que da la perspectiva perfecta para tener todo bajo
control y por eso debía contar con la presencia de personal armado las 24
horas.
El
aire con esencia a fiesta que se respira en Londres se puede sentir con el
simple de hecho de salir a la calle. Los espacios públicos tradicionales como
Trafalgar Square están invadidos de símbolos característicos del evento. En esa
famosa plaza céntrica, por ejemplo, se encuentra un reloj gigante para marcar
las horas hasta la apertura de los juegos de verano.
A
tan sólo unos días del acontecimiento, en Argentina nos preguntamos qué
pasará finalmente durante el transcurso de la competición, y sobre todo en el
debut con el equipo anfitrión. Sin duda, en esta ocasión además de sentir un
clima de duelo a nivel gimnástico, los argentinos perciben esa tonalidad política,
donde lo importante es demostrar que no bajamos los brazos y seguiremos
luchando hasta alcanzar nuestro objetivo: el diálogo para conseguir la
soberanía de las islas Malvinas.
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